Se encontraban dos cuerpos reposando en aquella superficie de forraje, sintiendo la galerna de la oscuridad en sus semblantes. Era grato para mí esta situación, pues aquella brisa me subvenía a deslizar mis manos con delicadeza en su cintura, pudiendo conquistar tan envidiable espacio.
El resto se dio por sí solo, ya que era algo natural e irrebatible. Que hermosa sensación me provoco dicha emoción, pues aquel ósculo de adrenalina, me llevo a la calma mientras escuchaba la luna.
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